sábado, 25 de octubre de 2008

Recuerdos

(foto: Pierre Beteille, portrait)

Unos científicos de Georgia (EEUU) han conseguido borrar de la memoria de ratones, recuerdos selectivos, concretamente malos recuerdos.
El equipo del doctor Joe Z. Tsien trabaja desde hace tiempo sobre una molécula que ellos denominan molécula de la memoria, la alfa-CaMKII, o protein-Kinasa vinculada a la calcio-modulina tipo II.

A grandes rasgos, se puede decir que la memoria tiene cuatro fases: adquisición, consolidación, almacenamiento y recuperación.
La molécula de la memoria actuaría en la fase de recuperación. Al bloquearla, se impediría evocar el recuerdo, que no eliminarlo.
Aunque de momento no es posible pensar en su aplicación en humanos (todo se andará), estos hallazgos podrían ser útiles en tratamientos de estrés postraumático, supervivientes de grandes tragedias, o en fobias, en los que los malos recuerdos provocan una alteración en la vida cotidiana e impiden su desarrollo con normalidad.

Hay que recordar que la memoria, los recuerdos, incluso los dolorosos, tienen su función, en el aprendizaje y la maduración. Aprendemos de los errores, propios o ajenos, para evitar repetirlos, y nos ayudan a adaptarnos. También es verdad que muchas veces tergiversamos los recuerdos, o los guardamos como nos conviene. Y que de forma natural, tendemos a evocar los buenos recuerdos y a olvidar los malos.

Personalmente, no me gustaría que me eliminasen recuerdos, ni siquiera los malos. Soy el resultado de todos ellos, de las experiencias buenas y malas, y sigo aprendiendo.
En el momento en que sucede algo negativo, nos gustaría que nos tragase la tierra, no estar allí, que no estuviese sucediendo o que fuese un sueño. Pero una vez que ha pasado, estoy segura de que es positivo para el crecimiento personal.

Todo esto me recuerda una estupenda película (de las pocas protagonizadas por Jim Carrey que me ha gustado), Eternal sunshine of the spotless mind (traducida aquí como Olvídate de mí!), drama romántico con toques futuristas: Los protagonistas, una pareja que está pasando por un mal momento, acuden a una empresa especializada para borrarse selectivamente los recuerdos que tienen el uno del otro, pero uno de ellos se arrepiente antes de acabar con ellos.

3 comentarios:

PATSY SCOTT dijo...

Borges contaba una teoría que tenía su padre (nunca supo si comprobada o ratificada por algún psicólogo) acerca de lo que ocurre en la denominada fase de recuperación.
Decía que si recordáramos en este momento algo que nos sucedió por la mañana, estaríamos evocando lo que vivimos esta mañana. Pero si volvemos a evocarlo esta noche, ya estaríamos recordando el recuerdo de lo que vivimos, no lo que realmente vivimos. Y si lo hiciéramos mañana, sería la imagen del recuerdo de ayer, que a su vez, es la imagen del recuerdo del recuerdo..
En tanto que en cada evocación distorsionamos un poco la imagen, significaría que los recuerdos de la infancia, por ejemplo, estarían ya tan distorsionados que se parecerían muy poco a la realidad. Por lo tanto nuestros recuerdos serían en realidad recuerdos de los recuerdos, no de las imágenes reales. El pasado, por lo tanto, sería un cúmulo de recuerdos distorsionados debido a su repetición sucesiva.
Esta visión tan inquietante puede positivarse, tal vez, para quitar "hierro" a recuerdos muy dolorosos. El preguntarnos si realmente las cosas que nos hicieron daño fueron tan terribles como creemos que fueron cuando las recordamos.
Siempre me ha fascinado escuchar las historias sobre la infancia, por ejemplo, de cuatro o cinco hermanos que compartieron más o menos las mismas vivencias. Raramente concuerdan, y es más, hay situaciones que algunos hermanos han vivido como traumáticas y que han pasado desapercibidas totalmente para los demás hermanos - o vivencias compartidas que únicamente recuerda uno de los hermanos, los demás jurando que la situación en cuestión jamás se ha producido.
Claro que ahí también entran los mecanismos de defensa del cerebro de cada cual: en la infancia cerramos o abrimos puertas que creo que - para bien o para mal- generalmente así permanecerán el resto de nuestra vida.
Sea como sea, que no nos quiten lo bailao, ni lo bueno ni lo malo.
¿O acaso lo que más asusta de la vejez no es precisamente el quedarse sin imágenes siquiera de quién hemos sido?

maikix dijo...

No sé si tan exagerado como lo cuenta Borges, pero es cierta la distorsión de los recuerdos respecto a los hechos, y curiosa la distinta percepción entre los distintos miembros que han vivido un mismo episodio.
Sin embargo, lo que a mí más me llama la atención es la percepción de los hechos dolorosos. El cerebro/mente tiene una asombrosa capacidad de adaptación y mecanismos de protección/defensa ante los sucesos traumáticos, que incluso puede llegar a borrar completamente.
Quizá los científicos, si han podido impedir la evocación de recuerdos, también podrán, algún día, ayudar a la recuperación de los mismos, por ejemplo en enfermos de Alzheimer.

Anónimo dijo...

Pues algún recuerdo si que desearía yo que me borraran, ya ves.....no de todo se aprende.

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